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domingo, 25 de octubre de 2009

Irreflexiones (IV): David vs Goliath, versión gastronómica: La lucha entre la merienda y la cena

Ayer noche tenía pensado cenar unos burritos de pollo y verduras picantes. ¡Qué ricos! Era por la tarde y estaba deseando de que llegara la cena para comérmelos. Pero tenía hambre (¡hora de merendar!) y, pensando en los burritos, no me apetecía nada tener que comerme otra cosa diferente (ni siquiera una súper-tostada de jamón de esas que me gustan tanto, ¡y eso ya es!).

Como el hambre no se iba a ir así como así, decidí que algo me tenía que comer para llenar el estómago hasta la hora de la cena. Y entonces me di cuenta de lo ilógico de ese pensamiento. Y me pregunté "¿Por qué no me como los burritos ahora, y luego a la noche me hago una sopa o lo que sea?" Y me respondí "Pues no sé por qué no, no se me ocurre nada que me lo impida". Es más, según la lógica de la alimentación, a medida que avanza el día hay que ir comiendo menos, hasta que llegamos a la cena, que debería ser una comida ligera, ya que luego nos vamos a acostar y los nutrientes ingeridos y las calorías que conllevan no se van a utilizar durante la noche, porque vamos a dormir y el cuerpo no necesita tanta energía. O sea, que a pesar de que las leyes de la física nutricional (sí, este término me lo acabo de inventar, no lo busquéis :D) me decían que era lógico comer más en la merienda que en la cena, en principio a mí ese pensamiento se me antojó extraño, como si fuera al revés del mundo. ¿Y por qué? Pues creo que porque así nos lo han enseñado. ¿Hay alguien a quien no le haya dicho alguna vez su madre "¡Niño, no te vas a comer dos bocadillos para merendar, te comes uno, que si no luego no cenas!" ¿Por qué en ese momento no se les ocurre decirnos que nos merendemos los dos bocadillos, y luego en la cena ya comeremos menos?

Habrá quien piense que quizá me resultó raro pensar en los burritos como merienda por el tipo de comida que es. Pero yo creo que no. Ya lo pensé. Se me hace raro porque los burritos parecen hechos para "una comida de verdad", y la merienda no parece ser una. ¡Y es una injusticia!

lunes, 21 de septiembre de 2009

Irreflexiones (III): ¿Quién te LO ha dicho?

Lo que me pregunto hoy es muy simple, y como mejor se ve es con un ejemplo. Veamos las siguientes conversaciones:

Mujer 1: Hola Mari, ¿qué tal?
Cotilla 1: ¡Hola Puri! Pues bien, como siempre... Oye, me dijeron que te habías quedado embarazada del cani ese con el que estabas saliendo...
Mujer 1: ¿Quién te ha dicho eso?


Mujer 2: Hola Pili ¿qué tal?
Cotilla 2: ¡Hola! ¡Cuánto tiempo! Pues nada, yo bien, aquí... ¿Y tú? Me dijeron que te habías quedado embarazada del pelahabas ese con el que estabas saliendo...
Mujer 2: ¿Quién te lo ha dicho?

¿Notáis la diferencia?  Si no la notáis, mejor para vosotros, pero tened cuidado a la hora de responderle a alguien... Lo digo por experiencia :-/

jueves, 27 de agosto de 2009

Irreflexiones (II): El cabecero de la cama me trae de cabeza


El otro día, sobre las 00:03 de la noche, me fui a la cama. Como tengo constumbre de leer antes de dormir, cogí mi libro de Harry Potter y el cáliz de fuego (¿algún problema?) y me dispuse a apoyarme sobre la pared, sentada en la cama, para leer un poco antes de dormir. Pero ¡oh, dilema! Se me olvidaba que mi querida madre me ha colocado un cabecero en la cama. ¡¡Un cabecero!! Claro, eso dificultaba mucho mi colocación, ya que tenía unos barrotes que me parece a mí que los han hecho expresamente para que la gente deje de leer en la cama, porque se te clavan que es un gusto. Yo creo que han pensado que así se ahorraría papel, los árboles vivirían más y todo sería mucho más verde y bonito, porque la gente no compraría libros para leer en la cama porque se quedaría clavada en los cabeceros. ¡Pues no! ¡Me niego!
Aguanté un rato, previa colocación de un cojín entre el cabecero y yo (no me iba a dejar vencer tan fácilmente, ¡o que os creéis!), y luego me acosté. Pero el cabecero volvió a la carga.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Irreflexiones (I): ¿Por qué los hombres "tienen que" bajar la tapa del váter?

Esto es una cosa que pienso muchas veces, que he discutido ya con muchas personas y que, sin embargo, sigo sin entender (y tampoco ninguna mujer me ha dado aún una explicación lógica, se han limitado a decirme que digo cosas muy raras (¿?). Si pensar es raro, ¡aquí estoy yo!):

Típica escena:

Mujer entra al cuarto de baño, y encuentra las tapas del váter (la de sentarse y la taparlo completamente, se entiende) subidas. Primer pensamiento: "Cagüen en mi maridito querido, que otra vez se ha dejado las tapas subidas... Voy a comprobarlo, para que luego no me diga que hago acusaciones infundadas":
- Cielo, ¿has entrado al cuarto de baño?

- Sí, cariño - responde el inocente "maridito querido".
- Y ¿has usado el váter? - pregunta la mujer mientras piensa "¡Te he pillao, desgraciao!"
- Sí - contesta de nuevo el marido, mientras se pregunta "¿Si no lo has usado tú, para qué coño me preguntas? ¡Sólo somos 2!"

La bronca no se hace esperar:
- Y ¿cuántas veces te tengo dicho que bajes la tapa* después de usar el váter? ¡Es que los hombres no os acabáis de enterar! ¡La tapa se deja bajada!