Buscar este blog

jueves, 10 de mayo de 2012

Irreflexiones (X): Inequívocamente equivocados

Bueno, bueno, aquí estoy otra vez. Y si estoy aquí significa que (probablemente) algo o alguien me ha sacado de mis casillas (al menos un poco).

Jejeje
Empezaré diciendo algo que es evidente, a mi parecer, para todo el mundo:
Nadie es perfecto.
En esto estamos de acuerdo ¿no? Si alguien no está de acuerdo, creo que debería revisar muy bien sus pensamientos. Y si realmente habéis conocido a algún chico sin lugar a dudas perfecto... mandadlo para acá xD
Por ahora no hay problemas con el razonamiento, salvo que uno puede pensar que es perfecto, pero eso no le convierte en una persona sin fallo alguno. Una cosa es lo que se piensa, y otra cosa lo que se es.
Puesto que hay millones de cosas para hacer y aprender en la vida, y cada persona es diferente y está en situaciones diferentes, es de lógica suponer lo siguiente:
1. Que no todo el mundo va a saber lo mismo.
2. Que siempre habrá algo que no sepamos.
3. Que seguro que alguna vez nos equivocaremos en algo.

viernes, 4 de mayo de 2012

Irreflexiones (IX): La (a)normalidad de la gente

A veces no entiendo a la gente. De verdad que no la entiendo. ¿Cómo voy a entender que una persona se quede con algo que es tuyo, y encima te haga sentir mal a ti? ¿Me explica alguien cómo se hace eso? Porque yo, la verdad, no sería capaz. ¿Cómo puede alguien coger las cosas de otro y apropiarse de ellas, poniendo como excusa que "no tengo" o "es que lo mío lo he gastado"? SIN pedirlo, sino directamente pensando que todo está a su disposición.


Pues no. Perdonen que les diga que esto no es así. Una cosa es que realmente a alguien le haga falta algo, que tú lo tengas, que en ese momento no estés para pedírtelo y que esa persona lo coja (y no hay ni que decir que en el menor tiempo posible DEBERÁ, porque debe hacerlo, reponer lo que ha utilizado).

Otra cosa es que te traiga algo tuyo (que tú sabes lo que es), y te dé la mitad (por poner una cantidad), para que cuando le preguntes por la otra mitad te diga "es que de lo mío he cogido y me queda poco". ¿Perdón? Si te queda poco, es cosa tuya:

martes, 22 de noviembre de 2011

Irreflexiones (VIII): Tiro la ropa y escondo la mano

¡Buenas tardes! Después de mucho tiempo sin escribir ninguna entrada, aunque no por falta de ganas (ya que tengo muchas en mi cabeza), no he podido resistirme a escribir sobre la siguiente información que he encontrado en internet como si fuera una verdadera noticia de interés:


¿What? Mi primera impresión: "esto será de broma, un artículo de esos para pasar el tiempo y divertirte un rato", es decir, del estilo de esos artículos que ridiculizan los comportamientos que algunas personas tienen a veces, por lo absurdo de ellas. Porque no me imagino yo a nadie en su sano juicio haciendo estas cosas, y menos a un periodista o encargado de algún tipo de columna o espacio escribiendo cosas como esta (no estoy hablando de un blog personal, ahí cada uno que haga lo que quiera, y si no, miradme a mí). Así que fui a leerlo tan feliz. Pero cuál fue mi sorpresa cuando me di cuenta de que estaba escrito ¡totalmente en serio!

viernes, 2 de abril de 2010

Irreflexiones (VII): El desconcierto de echar azúcar

8:15 a.m. Recién levantada. Voy a hacerme una tostada. Me pongo al lado del tostador con el pan, el aceite y el azúcar (lo cojo todo para moverme lo menos posible). La tostada salta... La miro... Me mira... Las pocas neuronas que tengo despiertas intentan ordenarme que el siguiente paso es "decorarla", y lo consiguen... Echo el aceite... Y cuando voy a echar el azúcar... ¡No! ¡¡Se me olvidó la cuchara!! Y a esas horas soy demasiado perra (lo reconozco) para ir a por una (3 pasos hasta el cajçon, abrirlo, cerrarlo y 3 pasos de vuelta), por lo tanto esto es un duro golpe para mí... Entonces, mi subconsciente dirige mi mano hacia el azucarero, y sin yo pensar cojo un pellizco de azúcar y la espolvoreo sobre la tostada.

Mi "yo" interior está feliz...y aún así me siento rara. ¿Por qué? Algo hay que no acaba de encajar, y no acabo de ver el qué. Me hago la segunda tostada. Salta. La miro. Esta vez no le da tiempo de mirarme cuando ya le he echado el aceite. Y cuando me dispongo a echar el azúcar... Me cosco. Lo que para mi subconsciente era normal, para mi consciente era algo raro. Y al darme cuenta me pregunté "¿Por qué?"

miércoles, 3 de marzo de 2010

Irreflexiones (VI): Regalo para hombre, regalo para mujer

El otro día llegué al piso muy contenta por un regalo que me habían hecho, y nada más que llegaron mis compañeras se lo fui a enseñar :)

Me habían regalado una de esas cosas que siempre has querido tener y nunca te compras
(que en mi caso, son muchas): en este caso se trataba de un abrecartas (:D) .
Ejemplo de abrecartas (el mío es más bonito =D )

Pues bien, voy toda contenta a enseñársela a mis compañeras de piso ¿no? Se lo enseño a una, se lo enseño a la otra, y cuando llego a la tercera... Me dice "¡Anda, un abrecartas! Mi hermano está pensando regalar abrecartas a los hombres que vayan a su boda..." Y yo le digo "¿A los hombres? ¿Y a las mujeres no?" "No, a las mujeres no sabe si un alfiler de estos para la chaqueta..." "¿Pero y un abrecartas por qué no? Si es muy guay y además original" (no sé vosotros, pero yo nunca he visto que regalen abrecartas en las bodas). Pues nada, a las mujeres no. Por lo visto, el abrecartas es regalo de hombres...

jueves, 28 de enero de 2010

Irreflexiones (V): Para chuparse los dedos

A ver, señores:

¿Qué pasa por nuestras mentes? ¿Por qué? ¿¿Por qué hacemos esto cuando sabemos que no debemos hacerlo?? ¿¿Por qué, si hemos pensado para nosotros mismos "cuidado... cuidado...", al final, lo hacemos??

¿Que a qué me estoy refiriendo? Muy sencillo: ¡¡A chuparnos los dedos!!
Las personas humanas de este mundo debemos tener un gen que nos incita a chuparnos los dedos siempre que estos estén llenos de algo. ¡Y da igual lo que sea! Porque vamos, tiene un pase que te chupes los dedos cuando has estado haciendo chocolate, cuando has comido costillas, cuando has amasado un bizcocho... Pero amigo ¿chuparse los dedos cuando están llenos de tabasco? ¿O cuando acabas de echar sal? Reconocedlo, seguro que alguna vez os ha pasado... ¡O más de una! ¿Y qué? ¿Os gustó? ¡No! ¿Entonces?

Si es que no lo podemos evitar... Y yo me pregunto ¿Por qué?

domingo, 25 de octubre de 2009

Irreflexiones (IV): David vs Goliath, versión gastronómica: La lucha entre la merienda y la cena

Ayer noche tenía pensado cenar unos burritos de pollo y verduras picantes. ¡Qué ricos! Era por la tarde y estaba deseando de que llegara la cena para comérmelos. Pero tenía hambre (¡hora de merendar!) y, pensando en los burritos, no me apetecía nada tener que comerme otra cosa diferente (ni siquiera una súper-tostada de jamón de esas que me gustan tanto, ¡y eso ya es!).

Como el hambre no se iba a ir así como así, decidí que algo me tenía que comer para llenar el estómago hasta la hora de la cena. Y entonces me di cuenta de lo ilógico de ese pensamiento. Y me pregunté "¿Por qué no me como los burritos ahora, y luego a la noche me hago una sopa o lo que sea?" Y me respondí "Pues no sé por qué no, no se me ocurre nada que me lo impida". Es más, según la lógica de la alimentación, a medida que avanza el día hay que ir comiendo menos, hasta que llegamos a la cena, que debería ser una comida ligera, ya que luego nos vamos a acostar y los nutrientes ingeridos y las calorías que conllevan no se van a utilizar durante la noche, porque vamos a dormir y el cuerpo no necesita tanta energía. O sea, que a pesar de que las leyes de la física nutricional (sí, este término me lo acabo de inventar, no lo busquéis :D) me decían que era lógico comer más en la merienda que en la cena, en principio a mí ese pensamiento se me antojó extraño, como si fuera al revés del mundo. ¿Y por qué? Pues creo que porque así nos lo han enseñado. ¿Hay alguien a quien no le haya dicho alguna vez su madre "¡Niño, no te vas a comer dos bocadillos para merendar, te comes uno, que si no luego no cenas!" ¿Por qué en ese momento no se les ocurre decirnos que nos merendemos los dos bocadillos, y luego en la cena ya comeremos menos?

Habrá quien piense que quizá me resultó raro pensar en los burritos como merienda por el tipo de comida que es. Pero yo creo que no. Ya lo pensé. Se me hace raro porque los burritos parecen hechos para "una comida de verdad", y la merienda no parece ser una. ¡Y es una injusticia!

lunes, 21 de septiembre de 2009

Irreflexiones (III): ¿Quién te LO ha dicho?

Lo que me pregunto hoy es muy simple, y como mejor se ve es con un ejemplo. Veamos las siguientes conversaciones:

Mujer 1: Hola Mari, ¿qué tal?
Cotilla 1: ¡Hola Puri! Pues bien, como siempre... Oye, me dijeron que te habías quedado embarazada del cani ese con el que estabas saliendo...
Mujer 1: ¿Quién te ha dicho eso?


Mujer 2: Hola Pili ¿qué tal?
Cotilla 2: ¡Hola! ¡Cuánto tiempo! Pues nada, yo bien, aquí... ¿Y tú? Me dijeron que te habías quedado embarazada del pelahabas ese con el que estabas saliendo...
Mujer 2: ¿Quién te lo ha dicho?

¿Notáis la diferencia?  Si no la notáis, mejor para vosotros, pero tened cuidado a la hora de responderle a alguien... Lo digo por experiencia :-/

jueves, 27 de agosto de 2009

Irreflexiones (II): El cabecero de la cama me trae de cabeza


El otro día, sobre las 00:03 de la noche, me fui a la cama. Como tengo constumbre de leer antes de dormir, cogí mi libro de Harry Potter y el cáliz de fuego (¿algún problema?) y me dispuse a apoyarme sobre la pared, sentada en la cama, para leer un poco antes de dormir. Pero ¡oh, dilema! Se me olvidaba que mi querida madre me ha colocado un cabecero en la cama. ¡¡Un cabecero!! Claro, eso dificultaba mucho mi colocación, ya que tenía unos barrotes que me parece a mí que los han hecho expresamente para que la gente deje de leer en la cama, porque se te clavan que es un gusto. Yo creo que han pensado que así se ahorraría papel, los árboles vivirían más y todo sería mucho más verde y bonito, porque la gente no compraría libros para leer en la cama porque se quedaría clavada en los cabeceros. ¡Pues no! ¡Me niego!
Aguanté un rato, previa colocación de un cojín entre el cabecero y yo (no me iba a dejar vencer tan fácilmente, ¡o que os creéis!), y luego me acosté. Pero el cabecero volvió a la carga.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Irreflexiones (I): ¿Por qué los hombres "tienen que" bajar la tapa del váter?

Esto es una cosa que pienso muchas veces, que he discutido ya con muchas personas y que, sin embargo, sigo sin entender (y tampoco ninguna mujer me ha dado aún una explicación lógica, se han limitado a decirme que digo cosas muy raras (¿?). Si pensar es raro, ¡aquí estoy yo!):

Típica escena:

Mujer entra al cuarto de baño, y encuentra las tapas del váter (la de sentarse y la taparlo completamente, se entiende) subidas. Primer pensamiento: "Cagüen en mi maridito querido, que otra vez se ha dejado las tapas subidas... Voy a comprobarlo, para que luego no me diga que hago acusaciones infundadas":
- Cielo, ¿has entrado al cuarto de baño?

- Sí, cariño - responde el inocente "maridito querido".
- Y ¿has usado el váter? - pregunta la mujer mientras piensa "¡Te he pillao, desgraciao!"
- Sí - contesta de nuevo el marido, mientras se pregunta "¿Si no lo has usado tú, para qué coño me preguntas? ¡Sólo somos 2!"

La bronca no se hace esperar:
- Y ¿cuántas veces te tengo dicho que bajes la tapa* después de usar el váter? ¡Es que los hombres no os acabáis de enterar! ¡La tapa se deja bajada!